A inicios del 2020 estaba muy feliz porque finalmente tenía un balance en mi vida laboral. A pesar de ello, extrañaba ir a la Universidad y conversar con mis compañeros en Mosha o ir al Albán a por un café. Así que vísperas a iniciar el proceso de titulación y seminario estaba feliz con la idea de regresar a todo eso. Lamentablemente, una pandemia hizo que las clases virtuales se volvieran nuestra normalidad y tuve que despedirme bruscamente de la idea que tenía sobre cómo sería vivir el seminario.
Tengo que confesar que no me sentía muy positiva a esta idea porque era todo lo contrario a mis expectativas, a pesar de ello, el espíritu "casagrandino" se pudo sentir desde la primera clase con los fondos de zoom creativos y el carisma de los profesores.
Durante este proceso pude conocer mejor a mis compañeros de tesis, con los cuales solo conocía a Gabriela, así que fue interesante saber con qué otras áreas iba a trabajar y cómo éstas podrían ser un buen fuerte para el proyecto. La verdad, desde el principio me pareció un buen equipo con destrezas ideales para el desarrollo del proyecto y con el pasar del tiempo, creo que todos opinamos igual.
El seminario también nos ayudó a conocer más sobre la problemática de nuestro PAP y qué posible solución podríamos desarrollar como equipo interdisciplinario. Si bien nuestros tutores ya tenían una idea, nuestro trabajo era investigar y confirmar que éste sería el proceso indicado para solucionar el problema establecido. Puedo decir que la guía de los profesores del seminario no fue totalmente excelente, porque hubieron algunos que nunca contestaron o no nos guiaron de la forma indicada. Pero finalmente, con la ayuda de otros profesores que despejaron todas nuestras dudas pudimos obtener un muy buen resultado de nuestra investigación.
Si bien me quedo todavía con el mal sabor de no haber vivido el seminario cómo quería, considero que la experiencia (bajo la situación que se vive mundialmente) ha sido bastante buena y aspiracional.
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